martes, 29 de septiembre de 2015

Hugo y el club de la peonza

Son las 5 de la tarde, una hora estupenda para salir a la calle a jugar con los amiguitos. Hugo no deja de mirar el reloj, aunque todavía se hace un poco de lío con las horas.

- Mamá, son ya las 6 y 20 de la noche y no he salido a jugar -dice todo preocupado.

- Tranquilo Hugo, son las 5 de la tarde y hay tiempo de sobra. Pero sabes que antes de salir tienes que hacer los deberes.

- ¡Jolín, mami! -protesta poniendo morritos de enfado-. Ya he hecho muchas fichas en el cole...

- ¿Cuántas fichas has hecho? -le interrumpe su mamá con cara de sorpresa-.  Por lo menos habrás hecho 5 o 6...o más.

- No -responde Hugo con cara de listillo-, solo una pero había que escribir mucho y eso vale por 10 fichas. Ha sido muy cansado.

- Claro, claro -sonríe su mamá-. Pues si estás tan cansado no tendrás fuerzas para jugar en el patio, así que mejor te quedas en casa a descansar. ¿Te parece buena idea?

- ¡No, no...ya no estoy cansado! Era broma, mami. Ha sido una ficha muy fácil.

- Ah, entonces todavía tienes fuerzas para hacer otra ficha en casa, ¿no?

- Sí mami, ahora mismo me pongo.

Más rápido que un guepardo, Hugo coge su estuche, saca el cuadernillo de lengua que estaba en la mochila y se pone a trabajar. En 5 minutos la hoja está hecha y él preparado para salir.

-Mamá ya he terminado, ¿puedo salir ya?

- Vale -le contesta satisfecha su mamá.

Hugo abre la puerta pero no sale, se queda pensativo un momento y va corriendo a su habitación. Después de mirar durante unos segundos a su alrededor, ve encima de la mesa lo que buscaba.

- ¡Mi "king turbo cobra", mi súper peonza! -le dice en voz alta a su mamá-. Es que es la mejor, con ella puedo hacer hasta el boomerang.

-¿El qué? -pregunta su mamá.

- El boo-me-rang -responde muy despacio y separando las sílabas porque piensa que así su mamá se enterará mejor.

- Lo siento Hugo pero el único boomerang que conozco es ese palo doblado que lanzas y vuelve...

- No mamá, no es eso -contesta el pequeño sabelotodo-. Es que no sabes nada de peonzas. Tienes que lanzarla al aire, caerte en la mano, que gire y...

- ¡Uff, qué difícil suena eso hijo!

- Pues sí, es muy complicado y no todos los niños saben hacerlo, pero yo sí, he practicado mucho.

- Muy bien, cuánto más practicas una cosa, mejor te sale, recuerda siempre eso. ¡Anda, y vete ya a hacer el como se llame! - dice de forma divertida su mamá.

Hugo sale corriendo al patio con su súper peonza en la mano. Ha descubierto lo divertido que es enrollarle una cuerda alrededor, lanzarla contra el suelo y ver como gira sobre la punta...pero ¡ojo, que no vale cualquier peonza! Tiene que ser de "punta giratoria", porque según él, es fundamental para hacer exhibiciones y se lo toma muy en serio.

A Hugo le gusta tanto este juego que ha hecho un club: el "club de la peonza". Solo hay dos requisitos: uno, tener una peonza y dos, ¡¡¡tener ganas de jugar!!! Así que el club está lleno y las peonzas no paran de girar.

domingo, 6 de mayo de 2012

El pirata Hugo Pata Palo y su nuevo amigo el cocodrilo gigante

El pirata Hugo Pata Palo está paseando por la cubierta de su bonito barco de madera y mirando el mar, algo que hace muchas veces porque le encanta el agua. El pirata es un gran nadador y utiliza su pata de palo como si fuera un remo y así va mucho más deprisa.

El pirata está pensando en darse un chapuzón, cuando de repente, a lo lejos ve una cosa grande que se mueve muy rápido por el agua. 

-¡Qué es eso que veo en el mar! –exclama preocupado-. ¡Floro, Floro ven enseguida!

El pobre loro Floro, que está dormido en el palo del mástil, se despierta con un gran susto al oír los gritos del capitán. Se tambalea y se cae al suelo de madera haciendo un ruido muy grande, ¡plof! 

Al pirata le sobresalta el estruendo, sale corriendo a ver qué ha pasado y se encuentra a su amigo despanzurrado en el suelo.

-Floro, ¿estás bien? –le pregunta el pirata muy preocupado.

- Si. ¡Vaya caída más tonta! -dice Floro mientras se arregla las plumas con el pico-. Menos mal que soy un loro muy fuerte y no me he hecho daño.

-Me alegro amigo –dice el pirata-. Y ahora levántate que tienes una misión que cumplir.

-Ya estoy listo capitán. Dígame, que tengo que hacer.

-Floro, mira allí a lo lejos –le dice señalando con el dedo hacia el mar-. ¿Ves algo que  se mueve muy rápido por el agua?

-Si capitán, lo veo –responde Floro muy asombrado- ¡Es super rápido! ¡Es casi más rápido que usted, capitán!

Al pirata no le hizo mucha gracia el comentario de su amigo, porque estaba convencido de que él era el mejor nadador de aquellos mares.

-Pues quiero que seas tan rápido como él y te acerques a ver qué es –le dice todavía un poco molesto.

-¡Voy volando, capitán!

Antes de terminar la frase, Floro sale a toda velocidad porque es un loro muy rápido… por el agua es muy torpe pero por el aire es el mejor. Y enseguida llega al lugar que le señaló el capitán, sin saber la sorpresa que se iba a encontrar.

-¡Ohhhh, es enorme! ¡Qué miedo da! –grita Floro y se tapa los ojos con las alas para no mirar más-. ¡Es el cocodrilo más grande que he visto en mi vida de loro! ¡Tengo que decírselo al capitán!

Floro vuelve al barco volando más rápido que nunca y llega con la lengua fuera. Cuando el pirata Hugo Pata Palo lo ve, se asusta mucho.

-¿Qué has visto Floro? –le pregunta muy preocupado-. ¿Qué ha pasado? ¿Esa cosa te ha hecho algo? ¿Te…?

Floro no deja terminar la pregunta al capitán, quiere contarle todo pero no puede porque aún no se ha recuperado del susto.

-Es un co co co… –intenta decir pero no le sale.

-Tranquilo Floro –le dice mientras le acaricia la cabeza-. Cuéntame lo que has visto

- Es un co co cocodrilo gigante y verde. Creo que es el el el más grande de estos mares, capitán, y el más rápido…

-¡Eso si que no! -exclama Pata Palo muy enfadado-. ¡El más rápido soy yo! Ahora mismo vamos a ver a ese cocodrilo de pacotilla y se va a enterar de quién es el pirata Hugo Pata Palo. ¡Tripulación,  leven anclas! ¡Rumbo al cocodrilo gigante!

El barco del pirata es uno de los más rápidos que existen en el mundo y enseguida se coloca al lado del cocodrilo, que en ese momento está descansando en la orilla de la isla donde tiene su casa. A Pata Palo le da igual y le llama a voces.

-¡Eh, cocodrilo! –le grita con todas sus fuerzas desde la cubierta del barco-. ¡Despierta de una vez!

El cocodrilo abre uno de sus grandes ojos y gira su enorme cabeza hacia donde está el pirata.

-¿Quién osa interrumpir mi siesta? –contesta muy enfadado-. ¿Acaso no sabes quién soy? ¡Soy el cocodrilo gigante verde-green! ¡Soy el cocodrilo más grande y temible de estos mares!

-¿Tú temible? ¡Yo sí que soy temible! ¡Soy el pirata Hugo Pata Palo!

-¿El pirata Pata qué?  –pregunta el cocodrilo poniendo una cara muy divertida al ver cómo se enfada el pirata-. No sé quién eres…

-¡Eso es imposible! –contesta el pirata muy muy enfadado-. ¡Todo el mundo sabe quién soy! ¿Acaso no has oído mi canción?

-¿Tu canción?  -responde muy sorprendido el cocodrilo gigante verde-green.

- Si –contesta muy orgullo-. ¡Vamos Floro, canta para que se entere este cocodrilillo quién soy yo!

El pobre Floro, que está sentado en el palo mayor recuperándose aún del susto de su primer encuentro con el cocodrilo, se sobresalta al oír los gritos que está dando su capitán. Floro traga saliva, se aclara la voz bebiendo un poco de agua de su vaso-bebedero, cuenta en bajito hasta tres y empieza a cantar.

“Soy el pirata Pata Palo, soy muy alto y corpulento, y me pongo un gran parche en el ojito derecho;

como todos los piratas vivo en un bonito barco, fabricado de madera como mi pata de palo;

voy en busca de tesoros con mi gran amigo Floro, navegando por los mares y comiendo calamares;

duermo mirando a la luna y a las estrellas que brillan, sueño con vivir aventuras, muy locas y divertidas”.

-Mmmmmmmmm…una canción muy bonita –dice burlándose el cocodrilo-, pero sigo sin saber quién eres.

-¡Bueno, ya está bien! –grita el pirata muy enfadado y saltando sobre la cubierta de su barco una y otra vez haciendo mucho ruido.

-Ja ja ja –se ríe el cocodrilo con toda su bocaza abierta-. Ten cuidado que te vas a caer al agua de tanto saltar, ja ja ja….

A Pata Palo se le estaba poniendo la cara roja del enfado que tiene.

-¡Eres un cocodrilo muy maleducado! –le grita el pirata-. ¡Te voy a dar una lección!

-¿Tú a mí? –le contesta el cocodrilo gigante verde-green muy sorprendido.

-Si, a ti –le dice el pirata poniendo su cara más temible-. Te reto a una carrera por el agua y el que pierda se va para siempre de esta isla.

-Por mí vale –contesta el cocodrilo muy sonriente-.Ya puedes ir haciendo las maletas porque no me vas a ganar.

-Eso ya lo veremos, porque yo, el pirata Hugo Pata Palo, soy el nadador más rápido de estos mares.

-Deja de hablar y empecemos ya.

Pata Palo y el cocodrilo gigante discuten durante un rato sobre el recorrido que van a hacer. Por fin llegan a un acuerdo: tienen que nadar desde una punta de la orilla de la isla hasta la otra, dar la vuelta y nadar hasta el barco del pirata y el primero que toque el cascarón será el ganador.

Los nadadores se colocan en sus puestos de salida y Floro se prepara para dar comienzo a la carrera.

-¡A la de una, a la de dos y a la de…tres! –dice muy muy fuerte Floro.

Pata Palo y el cocodrilo gigante empiezan a nadar muy muy rápido. El pirata se adelanta un poco.

-¡No conseguirás ganarme! –dice el cocodrilo mientras alcanza al pirata.

Van muy igualados porque los dos son muy buenos. Llegan al final de la orilla, dan la vuelta y se acercan al barco. Ahora es el cocodrilo el que va el primero.

-¡Ahora verás de lo que soy capaz! –grita el pirata y empieza a nadar más y más deprisa-. ¡Voy a ganar!

El pirata alcanza al cocodrilo muy cerquita ya del barco. Se miran el uno al otro abriendo mucho los ojos y apretando los dientes.

-¡Ganareeeeeeeeeé yo! –dice el cocodrilo.

-¡Nooooooo! ¡Ganareeeeeeeeeeeé yo! –responde Pata Palo.

Pero no, no ganaron ninguno de los dos. Perdieron tanto el tiempo en decirse cosas, que cuando se dieron cuenta ya estaban al lado del barco y al girar de nuevo la cabeza chocaron a la vez con el cascarón.

-¡No puede ser! -grita malhumorado el pirata-. ¡Hemos llegado los dos al mismo tiempo!

-¿Ahora qué hacemos, sabelotodo? –pregunta el cocodrilo todavía aturdido por el coscorrón.

-No sé, no contaba con esto –dice Pata Palo muy pensativo-. Le preguntaremos a Floro que ha visto toda la carrera. ¡Floro! ¿Dónde estás? ¡Ven volando!

Mientras Floro va volando lo más rápido que puede para llegar al lado de su amigo, el pirata y el cocodrilo se acercan a la orilla y se tumban en la arena a descansar y a recuperar fuerzas porque la carrera ha sido larga y muy dura.

-Hola capitán, ya estoy aquí –le dice Floro mientras se cuadra ante él llevándose una de sus alas a la altura de la frente-. ¿Qué necesita?

-No sé si te has dado cuenta de que hemos empatado la carrera y me preguntaba quién ha estado más tiempo por delante del otro –le comenta el pirata Pata Palo en un tono un tanto chulo porque piensa que ha sido él.

-Me temo capitán que ninguno de los dos –contesta Floro un poco asustado porque sabe que el pirata se va a enfadar-. Han estado muy igualados…ninguno ha sido más rápido que el otro.

-¡No puede ser! –grita malhumorado Pata Palo-. ¡Yo soy el más rápido de estos mares!

-Bueno, hasta ahora –le replica el cocodrilo gigante en  tono de guasa-. No ha conseguido ganarme, jajajajaja. Ya se lo dije antes de empezar la carrera. Y ¿qué hacemos?

El pirata se toca la cabeza con una mano y pone cara de estar pensando. Pasa un minuto, pasan dos…y Pato Palo sigue pensando y tocándose la cabeza. Es una decisión difícil para él porque tiene que reconocer que no ha ganado y él está acostumbrado a ganar siempre. Pero al final da con la solución. 

-Creo que lo más justo es que no se marche ninguno y que compartamos la isla –dice el pirata resignado-. Me he dado cuenta de que no siempre se gana y que hay que saber aceptarlo. ¿Te parece bien?

-Me parece muy pero que muy bien –contesta el cocodrilo gigante muy contento-. He de reconocer que has sido un competidor muy duro y muy rápido.

-Tú también lo has sido, amigo cocodrilo –le dice el pirata mientras le da la mano en señal de amistad.

-Gracias –le responde el cocodrilo muy satisfecho-. Ha sido un gran día porque al final he conseguido un amigo y para mí eso es muy importante. Me cuesta mucho hacer amistades porque cuando me ven tan gigante y tan verde-green se asustan.

El pirata Hugo Pata Palo asiente con la cabeza porque a él le pasa lo mismo.

-La verdad es que es muy divertido tener a alguien con quién hablar y sobre todo jugar –dice muy sonriente el pirata.

-¡Cuánta razón tienes, amigo pirata! –exclama el cocodrilo abriendo mucho la bocaza que tiene-. Te invito a ti y a tu amigo Floro a comer a mi cueva-casa.

Pata Palo y Floro aceptaron la invitación del cocodrilo gigante verde-green y los tres se fueron juntos como tres grandes amigos. Desde aquel día, el pirata y el cocodrilo se hicieron inseparables y todos los años hacían la misma carrera para celebrar su amistad.

Y verdín verdeado, esta nueva aventura se ha terminado. Hasta la siguiente, amiguitos.

jueves, 23 de febrero de 2012

Mi primer reportaje en televisión como escritora de cuentos

No sé si saldrá algo de aquí, pero como recuerdo para Hugo cuando sea mayor creo que puede estar bien. Si quieres ver lo que él verá, ve directamente al minuto 28:49
http://bcove.me/ond6jmoz

lunes, 6 de febrero de 2012

Hugo se convierte en cuidador del zoo

Hoy es un día muy especial para Hugo porque sus primos han venido de visita a casa de la abuela. Iván y Laura viven en otra ciudad y han viajado con sus papis para pasar unos días.  Hugo tiene tantas ganas de verlos que no ha parado de preguntar por ellos desde que se ha levantado.
-Mamá, mamá, ¿cuándo vamos a ver a los primos?
-Dentro de un ratito –le contesta su mamá muy sonriente-. Pero primero hay que desayunar, ya sabes que para hacerse fuerte hay que tomar mucha leche...
Y antes de que su mamá terminara la frase, Hugo ya tenía el biberón en la mano.
-Toma mamá –le dice mientras le da el bibi para que se lo llene de leche-. ¡Quiero un bibi mu gande mu gande!
- Ja ja –ríe su mamá-. Muy bien hijo, te voy a preparar el bibi más gande del mundo.
Mamá le hace un super bibi y Hugo se lo bebe muuuuuuuuyyyyy rápido, porque piensa que así verá antes a sus primos. 
-Mamá, ya he terminado. ¿Cuándo nos vamos? –le pregunta Hugo impaciente.
-Todo a su tiempo cariño. Tenemos que vestirnos, o ¿quieres salir en pijama a la calle?
-No mami, en pijama no –contesta muy sorprendido.
Su mamá le pone un pantalón, su camiseta preferida de Mickey Mouse y las zapatillas de deporte para que pueda correr mucho con sus primos.
-Ahora tienes que hacerme un favor –le dice su mamá y le guiña un ojo-. Ir al salón y decirle a papi que se vaya arreglando mientras yo preparo la bolsa para salir. Además tengo que hablar por teléfono con el tito Pedro y la tita Eva para quedar a una hora e ir juntos a un sitio que os va a gustar mucho a todos.
- ¿A dónde mami? –pregunta el Hugo curiosón.
-Es una sorpresa –le dice mamá-. No puedo decírtelo todavía…
-¿Por qué no? –pregunta haciendo pucheros-. Yo quiero saberlo…
-Porque las sorpresas no se pueden decir y si te lo digo dejaría de ser una sorpresa. Es como cuando te dan un regalo –intenta explicarle su mamá-. Tienes que esperar a abrir el paquete para saber que hay dentro.
-Ah, claro –dice Hugo poco convencido.
-Y ahora, ve a avisar a papá –le dice mientras le acaricia la cabeza.
Hugo entra como una bala en el salón y saltando feliz como una perdiz.
-¡Papi papi! –le grita casi al oído-. Levántate del sillón y vístete que nos vamos a un "sitio sorpresa".
-Y ¿cuál es ese sitio sorpresa? –le pregunta con mucha curiosidad.
-No te lo puedo decir papi, si te lo dijera ya no sería una sorpresa…Además tampoco lo sé, mami no me lo ha dicho.
-Ja ja –ríe papi muy divertido-. Seguro que es un lugar muy bonito.
Hugo y su papá salen del salón y ayudan a mamá a terminar de preparar  la excursión.
-¡Ya está todo listo! -exclama mamá muy contenta-. ¡Nos podemos ir!
 -¡Biiiiiiiieeeeennnn! –grita Hugo mientras da saltitos de alegría-. ¡Vamos a ver a Iván y a Laura! ¿Viene también la prima Paula al sitio sorpresa?
- Si cariño –contesta mamá-. Vamos todos.
Hugo, mamá y papá se suben al coche y no tardan mucho en llegar a casa de la abuela, donde se lleva la primera sorpresa del día porque su primo Iván se monta con él en el coche. Está tan nervioso que no deja de preguntar por el "sitio sorpresa", pero nadie le dice nada, ni siquiera su primo que si lo sabe.
Cuando llegan a la puerta del "sitio sorpresa", Hugo sigue sin saber donde están, pero en cuanto entran se le ilumina la cara ¡Están en el zoo! Primero  se encuentran con tres osos enormes, después con dos elefantes grandes, un león, una leona, un tigre y un…
¡Un camello! –grita Hugo muy contento-. ¡Qué bonito! ¡Es el camello del Rey Mago!
Todos se sorprenden porque nunca habían visto un camello tan blanco como éste. Además han tenido suerte porque es la hora de comer y su cuidador le ha traído un montón de hierbas ricas y frescas.
-¡Qué raro mueve la boca! –grita Hugo mientras intenta imitar al animal comiendo.
A sus primos les hace tanta gracia la cara que pone que se echan a reír como locos y Hugo también. Pero cuando llega el momento de irse, Hugo se coge un fuerte berrinche.
-Bua bua bua!!! –llora desconsolado Hugo- ¡Me quiero quedar con el camello! ¡Quiero darle de comer!  
-Cariño –le dice su mamá mientras le da la mano-, el zoo está lleno de animales bonitos  y todavía nos quedan muchos por ver. Además les puedes dar de comer, ¿qué te parece?
-¿Darles de comer? -le pregunta a su mamá entre lágrimas-. ¿Cómo si fuera el cuidador?
-Claro -le contesta su mamá mientras le enseña un trozo de fruta-. Puedes darle este pedacito de manzana al próximo animal que veamos.
A Hugo le parece muy buena idea convertirse en cuidador de animales y deja de llorar. Pero ¿cuál será el siguiente animal que vea? ¿Será grande o pequeño? Hugo no tardará mucho en descubrirlo.
-Mira este árbol Hugo –le dice su papá mientras le levanta en brazos para que lo vea mejor-. ¿Ves el animalito que hay en la rama?
-Sí, papá –contesta Hugo. Y ¿qué animal es?
-Es una ardilla y está comiendo.
Hugo acerca su cabecita a la rama para verla mejor. La ardilla tiene en sus manitas un trocito de galleta a la que le da pequeños mordisquitos. Mastica muy rápido y a Hugo le hace mucha gracia. Está encantado viendo a la ardilla pero quiere empezar ya su trabajo como cuidador  y le pide a su mamá el trozo de manzana. Hugo lo coge con mucho cuidado para que no se le caiga y se lo ofrece a la ardilla.
-¡Ardillita, ardillita! –le dice Hugo al animalito mientras le acerca la manzana-. Toma, está muy rica.
De repente la ardillita coge el trocito de fruta y desaparece entre las ramas del árbol. Hugo y sus primos se sorprenden mucho y empiezan a buscarla pero no consiguen encontrarla porque es muy rápida y escurridiza. Pero no importa, Hugo está contento porque le ha dado de comer como lo habría hecho el mejor cuidador del zoo. Y lo mejor es que aún le quedan un montón de animales a los que alimentar.
-¿Qué te parece si le das de comer ahora a los monos? –le pregunta su mamá-. No puedes darles la comida con la mano como lo has hecho con la ardilla porque están muy lejos, pero se la puedes lanzar. Además es muy divertido ver cómo saltan para cogerla.
-¡Si! –contesta muy ilusionado-. ¡Vamos primos! ¡Voy a darles de comer a los monos!
Hugo el cuidador les tira los pedacitos de fruta y los monos los cogen al vuelo con la mano porque son muy hábiles. Pero la manzana se acaba y el trabajo de Hugo también. Es hora de irse porque además los animales del zoo después de comer tienen que echarse la siesta un rato.
La excursión de Hugo y su familia al “sitio sorpresa” ha terminado y tienen que volver a casa. De camino de vuelta en el coche, Hugo piensa en lo bien que se lo ha pasado hoy con sus primos. Ha visto muchos animales y ha aprendido muchas cosas de ellos. Pero sobre todo ha disfrutado mucho porque ha sido cuidador del zoo por un día.

jueves, 19 de enero de 2012

El pirata Hugo Pata Palo en la isla del elefante grande

El pirata Hugo Pata Palo estaba todavía en la cama, rascándose la barriga y cantando su canción favorita, la canción del pirata Pata Palo:
 “Soy el pirata Pata Palo, soy muy alto y corpulento y me pongo un gran parche en mi ojito derecho,
como todos los piratas vivo en un bonito barco, fabricado de madera como mi pata de palo,
voy en busca de tesoros con mi gran amigo Floro, navegando por los mares y comiendo calamares,
duermo mirando a la luna y a las estrellas que brillan, sueño con vivir aventuras muy locas y divertidas…chimpón”.
El pirata Pata Palo por fin se levanta, se lava la cara y cepilla los dientes. Su amigo el loro Floro, que estaba a su lado, no dejaba de mirarle.
-“Capitán, capitán, ¿dónde vamos a ir hoy? –le pregunta muy animado.
-¡A la isla del elefante grande!, -responde-. Pero primero tengo que tomar mi ración de calamares, ya sabes que es muy importante desayunar bien.
El pirata Hugo Pata Palo se come uno, dos, tres…y hasta cuatro calamares. 
-¡Qué ricos están!, -dice relamiéndose una y otra vez-. Y ahora rumbo a la isla del elefante grande. ¡Levanten anclas¡¡Todos a cubierta! ¡Arriad las velas¡ ¡Vamos a zarpar!
El pirata Hugo Pata Palo sube al puente de mando y coge el timón. Su amigo Floro se posa en el hombro y el barco empieza a moverse. Navegan muy deprisa y el pirata sonríe pensando en la aventura que van a vivir.
-Capitán, capitán -pregunta Floro, que es un loro muy curioso-,¿por qué se llama la isla del elefante grande?
El pirata mira a un lado, mira al otro, no quería que nadie escuchara la historia que le iba a contar.
-Dicen –susurra al oído de su amigo- que en la isla hay un elefante azul-blue muy grande que cuida de un tesoro, un tesoro muy muy rico, y que enterrado bajo la arena hay un cofre lleno de monedas de oro de chocolate y hoy Floro, me apetece comer chocolate de postre, jajajaja.
-Pero ¿cómo vamos a conseguir que se mueva el elefante azul-blue si es tan grande? –le pregunta Floro un poco asustado.
-Lo tengo todo pensado -contesta Pata Palo-, mientras tú le entretienes yo cojo el tesoro.
Floro se queda con el pico abierto y tarda unos segundos en reaccionar.
-¿Que que que yo tengo que que que entretenerlo? ¿co co cómo?  - tartamudea de miedo el pobre loro.
-Muy sencillo Floro –le contesta como si nada-, le haces una pedorreta al elefante y sales volando, seguro que él te persigue y yo aprovecho para desenterrar el cofre, ¿a qué es un buen plan?
Floro no estaba tan seguro, pero no era la primera aventura peligrosa que vivía con su amigo el pirata Hugo Pata Palo.
Después de muchos minutos, el pirata y su amigo el loro llegan a la isla, aparcan el barco echando el ancla y se bajan muy decididos.
-Floro –dice el pirata-, ahora tenemos que encontrar al elefante, no creo que sea muy difícil porque es muy muy grande.
Floro se posa sobre el hombro derecho de su amigo Pata Palo y empiezan a caminar por la isla. Al cabo de un rato, una cosa grande grande y muy azul muy azul aparece a lo lejos.
-Mira Floro –señala con el dedo en dirección al elefante-, seguro que ese es el elefante, es grande y azul-blue como dicen que es. Ahora no podemos hacer ruido, tenemos que ir muy despacio.
Se acercan al elefante andando agachaditos y se esconden detrás de un árbol.
-Es la hora –le dice muy bajito el capitán a Floro-, es el momento de que vayas a entretener al elefante mientras yo cojo el tesoro.
El loro empieza a temblar porque el elefante es más grande de lo que se había imaginado, pero como es un loro muy valiente, extiende sus alas y se va volando hasta encontrarse cara a cara con el elefante.
-¿Quién eres loro atrevido? -dice muy sorprendido el elefante-, ¿no sabes que yo soy el gran elefante azul-blue y doy mucho miedo?
Entonces Floro le hace una pedorreta y sale volando. Como había dicho el pirata Hugo Pata Palo, el elefante se enfada y empieza a perseguir al loro Floro. Entonces el pirata sale del escondite y utiliza su pata de palo como pala para quitar la arena.
-¡Capitán, capitán! –grita Floro-, el elefante no para de seguirme y yo me estoy cansando.
-Ya queda poco amigo, descansa un rato en la rama más alta de un árbol -le contesta Pata Palo.
Floro busca el árbol más grande y se coloca en la rama más alta que encuentra, pero el elefante es tan grande que casi le toca con la trompa.
-¡Ay elefantito, elefantito! -le repite-, ¡Qué guapo eres y que grande! ¿Te gustaría ser mi amigo? Soy un loro muy divertido, cuento chistes…¿quieres que te cuente uno?
El elefante grande y azul-blue se queda muy pensativo y para sorpresa de Floro, baja la trompa y le sonríe.
-Vale -responde- , cuéntame un chiste y si me hace gracia te dejo escapar.
Floro empieza a pensar y a pensar todo nervioso porque no se le ocurre ningún chiste y el elefante se está impacientando. No hay mucho tiempo, así que cierra los ojos y le cuenta el primero que se le ocurre.
-¿En que se parece el cielo a un elefante azul?...pues en el color, porque los dos son azules.
De repente se hace el silencio, el loro abre poco a poco un ojo y para alegría suya al elefante le ha gustado.
-¡Jajajajajaja! –reía a carcajadas muy muy fuertes-.¡Qué chiste más bueno! ¡Qué gracioso eres, loro!
El elefante grande y azul no puede dejar de reír y como tiene una risa muy contagiosa, Floro empieza a reírse también. Al final, el loro y el elefante se hacen amigos. ¡Que bueno es tener sentido de humor!
Y mientras, el pirata Hugo Pata Palo sigue desenterrando el tesoro. Todavía no había terminado cuando ve llegar al elefante grande y a su amigo Floro que le saluda muy feliz.
-Hola capitán, ¿ha encontrado ya el cofre? –le dice muy contento.
El pirata se asusta al ver al elefante y casi se cae dentro del agujero que ha hecho al quitar la arena.
-Capitán no se asuste –le dice Floro con cara de estar pasándoselo muy bien-, el elefante es muy simpático y nos hemos hecho amigos, no le hará nada.
-Su amigo tiene razón –le dice el elefante al capitán-, no les haré nada, solo le voy a pedir un favor.
-¿Cuál? –pregunta muy sorprendido el capitán.
- Que si encuentra el tesoro, me dé alguna moneda –responde muy sonriente el elefante.
-¡Pues claro que sí amigo! –contesta el pirata-, lo bonito de encontrar tesoros es compartirlos con los demás.
Entonces el elefante con su gran trompa ayuda al pirata a quitar toda la arena. No tardan mucho en encontrar el cofre lleno de monedas de oro de chocolate.
-¡Bien! -gritan los tres a la vez- ¡Ahora a comer!
El pirata Hugo Pata Palo, el loro Floro y el elefante grande y azul-blue, que ahora son amigos, se sientan juntos a disfrutar del delicioso tesoro.
Y azulín azulado esta aventura se ha acabado. Hasta la próxima, amiguitos. 

Hugo se disfraza de pirata

A Hugo le encanta jugar con sus bloques de construcciones pero ahora quiere un poco de acción y ¡convertirse en un pirata! ¿Cómo lo hará? Pues muy atento y lo descubrirás.  
 -¡Mamá, mamá! -entra Hugo gritando al salón.
Su mamá está sentada en el sofá leyendo un libro y casi se le cae al oírle gritar.
-Dime hijo –le dice mientras cierra el libro-, ¿qué quieres?
-Quiero ser un pirata... quiero ser el pirata Pata Palo, ¿puedes ayudarme?
-Claro que sí –le responde muy cariñosa-, lo primero que hay que hacer es disfrazarte.
-¡Vale, vale! –aplaude Hugo-. ¡Qué divertido mami!
-Vamos a jugar a las adivinanzas -le dice mientras se tapa el ojo derecho con una  mano-. ¿Qué tienen los piratas en la cara?
-¡Lo sé mami, lo sé! -exclama Hugo-. ¿A qué es un parche? ¿verdad que sí? ¡Un parche! ¡Un parche!

-Sí, un parche –asiente su mamá con la cabeza-. Y ¿qué se ponen en la cabeza? Es algo que mamá se coloca a veces en el cuello.
-Un, un ¡un pañuelo! –dice mientras da saltitos de alegría.
-Genial cariño –le dice su mamá-. Y ahora vamos a mi cuarto a buscar el parche y el pañuelo.

Hugo y su mamá entran en el cuarto. Mamá encuentra rápido el pañuelo y se lo enseña.
-Mira Hugo, ¿te gusta este pañuelo rojo?
-Si mami, es muy bonito, pero ¿el parche? -pregunta Hugo muy impaciente-. ¡Yo quiero el parche! ¡Yo quiero el parche!
-Calma hijo, calma –intenta tranquilizarle-, este antifaz que utiliza papá para dormir puede servirnos. Creo que ya estamos listos para convertirte en el pirata Hugo.
Mamá le pone el antifaz pero solo tapándole  el ojo derecho, luego le coloca el pañuelo en la cabeza y se lo ata en la parte de atrás.
-Mírate al espejo Hugo –le dice muy satistecha.
-¡Guau mami! -grita sin dejar de mirarse ni un instante al espejo-. ¡Parezco un pirata!
-Mmmmmm -murmura mamá en voz alta-, creo que falta una cosa porque si quieres ser el pirata Pata Palo necesitamos…, y se toca una pierna.
-¿Una pata de palo? –contesta sin estar muy convencido.
- Si, claro, una pata de palo –responde mamá-. Ahora vengo, ya verás que bien te va a quedar el disfraz.
Se acordaba de que esa misma mañana se había roto el palo de la escoba que es de madera y fue a buscarlo. Cogió un trozo, se lo sujetó bien bien con un cinturón y ¡alehop!, por arte de magia Hugo se convirtió en Hugo, el pirata Pata Palo.
-¡Perfecto! –dice su mamá muy orgullosa-, ya eres un auténtico pirata.
-¡Gracias mamá! – dice Hugo y se va corriendo.
La mamá de Hugo se sorprende porque no sabe a dónde ha ido, pero no tarda mucho en descubrirlo porque de repente aparece...y con algo en la mano. "¿Qué es? ¡Es la pala de la playa! ¿Para qué la querrá? "
-Mira mamá –le enseña la pala-, es mi espada de pirata.
-Es verdad cariño –responde y le da un besito en la frente-,  se me había olvidado que los piratas también lleváis espada. Y otra cosa más, todos los piratas tienen su canción, ¿tú quieres una?
- ¡Siiiiiiiiiiiii! -responde Hugo muy contento.
- Pués escucha, aprende y canta conmigo Hugo, ya verás que bien lo vamos a pasar.

Y Hugo escuchó, aprendió y cantó su canción, la canción del pirata Pata Palo.
 “Soy el pirata Pata Palo, soy muy alto y corpulento, y me pongo un gran parche en el ojito derecho;
como todos los piratas vivo en un bonito barco, fabricado de madera como mi pata de palo;
voy en busca de tesoros con mi gran amigo Floro, navegando por los mares y comiendo calamares;
duermo mirando a la luna y a las estrellas que brillan, sueño con vivir aventuras, muy locas y divertidas”.
Hugo se pasó el resto de la tarde jugando a los piratas, cantando su canción y yendo de aquí para allá. Corrió tanto tanto tanto que cuando se sentó en el sofá se quedó dormido, pero en sus sueños siguió siendo Hugo, el pirata Pata Palo

El gran mago Hugo


A Hugo le gusta mucho la magia. Se lo pasa muy bien cuando su tito Antonio le hace trucos. A veces le saca una moneda de la oreja…
-¿Qué tienes aquí Hugo? -le dice su tito mientras mueve los dedos detrás de su orejita.
-No sé tito, no lo veo –responde.
 -Ayúdame a decir las palabras mágicas “abracadabra pata de cabra” –le dice al oído-, y enseguida lo verás.
A la de una, a la de dos y a la de tres…y los dos pronuncian las palabras a la vez.
-¡Tatatachán!-dice el tito en voz alta-. Mira lo que tengo en la mano, una moneda de oro de chocolate, ¿te gusta?
-¡Siiiii, me gusta mucho! –responde Hugo muy contento-. ¡Otro por favor tito, otro!
-Vale. Fíjate bien ahora, ¿ves este muñequito que tienes aquí? -le pregunta muy serio su tito.
-Claro que lo veo tito –dice Hugo muy seguro-, es un osito chiquito y lo tienes en la mano, pero ¡ya no está! ¿Dónde está tito?
 -Ha desaparecido –afirma mientras mueve la boca como si masticara.
-¿Puedes hacer que vuelva a aparecer mi osito, tito? –pregunta Hugo aun muy sorprendido.
-Si lo deseas mucho mucho mucho, seguro que puedo. Concéntrate en el muñequito, cierra los ojos y ábrelos cuando te diga, ¿vale?
-Vale –dice Hugo muy obediente-. Pero ¿seguro que puedes?
-Por supuesto que sí, soy un mago –contesta el tito Antonio-. Tú cierra los ojos y cuando cuente hasta tres los abres a ver qué pasa.
Hugo cierra los ojos muy muy fuerte, tan fuerte tan fuerte tan fuerte, que parece que los tiene pegados.
-Uno –empieza el tito Antonio a contar en alto-, dos y tres… ¡ahora Hugo!
Y Hugo abre los ojos, se fija en la cara de su tito, está colorada y hace ruiditos con la garganta…y de repente, ¡alehop! Por arte de magia sale el osito chiquito de la boca de su tito.
-¡Oooohhhh! ¿Cómo lo has hecho? –pregunta Hugo muy asombrado.
-Con magia –contesta muy cariñoso.
-Tito, ¿yo puedo hacer magia como tú?
- Claro que sí cariño,  es muy fácil –le dice muy sonriente-. Vamos a empezar con un truco muy divertido. ¿Quieres que te enseñe a sacar un muñequito del sombrero de mago con una varita mágica?
-¡Siiiiii! –contesta Hugo entusiasmado-. Pero no tengo sombrero, tito…y tampoco varita mágica.
-Pues eso hay que solucionarlo. Vamos a tu cuarto de juguetes a ver que encontramos.
Entran los dos al cuarto de juegos y enseguida a Hugo se le ocurre que puede utilizar para convertirse en un mago.  Ve el cubo de la playa, lo coge y se lo pone de sombrero. ¡Ya tiene sombrero de mago! Pero todavía le falta la varita mágica. Hugo mira y mira hasta que por fin encuentra lo que busca: ¡la pala de la playa!
-¡Perfecto Hugo! –le dice el tito Antonio muy orgulloso-. ¡Ya eres un mago! ¡El gran mago Hugo!
-Entonces ahora ya puedo hacer magia –dice Hugo muy contento-. Pero ¿cómo se hace tito?
-Escucha –le dice el tito en bajito para que nadie se entere-, nunca le he contado a nadie cómo se hace el truco del sombrero, serás el primero y será nuestro secreto, ¿quieres?
-Si –responde Hugo hablando también en bajito.
-Vale –le dice y le guiña un ojo-. Primero lo hago yo para que veas cómo se hace y luego lo haces tú. Tienes que estar muy atento. 
El tito Antonio coge el osito pequeñito con la mano derecha y la cierra muy muy bien para que no se vea; con la otra mano coge el cubo-sombrero y se lo enseña a Hugo para que vea que está vacío.
 -Ahora Hugo –le dice el tito muy serio- llega el momento más difícil porque tienes que meter el muñequito dentro del cubo-sombrero cuando nadie te vea, tienes que hacerlo muy rápido, tan rápido como lo hago yo.
Hugo sigue muy atento todos los movimientos que hace el tito. El siguiente paso es mucho más sencillo.
-Fíjate, ahora cojo la pala-varita mágica, le doy vueltas alrededor del cubo-sombrero y digo las palabras mágicas: “abracadabra pata de cabra” y ¡alehop! dentro del cubo-sombrero aparece el muñequito.
-¡Ooooohhh, tito! –exclama Hugo con los ojos muy abiertos-. ¡Qué chulo! Ahora me toca a mí.
El tito Antonio le da el cubo-sombrero y la pala-varita mágica a Hugo y el gran mago Hugo comienza a hacer el truco. Pero tiene un problema, su mano es más pequeña que la de su tito y aunque cierra bien la mano se ve el osito. ¿Qué puede hacer? Al tito se le ocurre una idea.
-No te preocupes Hugo –le dice para tranquilizarle-. Como tienes puesto un jersey, lo que puedes hacer es esconder el muñequito en una de las mangas. Mira cómo lo hago yo.
El tito metió el osito en la manga a la altura de su muñeca y ¡problema solucionado!
-Gracias tito, ahora voy a probar yo –dice Hugo muy dispuesto-. Escondo el osito en esta manga sin que nadie me vea, cojo con la otra mano el cubo-sombrero , lo enseño para que se vea que está vacío y me lo cambio de mano, entonces meto el muñequito dentro del cubo-sombrero sin que me vean y… ¿qué tal lo estoy haciendo tito?
-¡Genial! –le responde muy satisfecho- , lo estás haciendo fenomenal.
Hugo se pone muy contento y sigue con el truco. Coge la pala-varita mágica, empieza a dar vueltas con ella alrededor del cubo-sombrero y dice las palabras mágicas
-¡Abracadabra pata de cabra! Y mira tito, aquí está el osito, dentro del cubo-sombrero.  
El tito Antonio aplaude muy muy fuerte.
-Muy bien Hugo, eres todo un mago, el gran mago Hugo.
Hugo repitió el truco muchas veces y cada vez le salía mejor, porque las cosas se aprenden haciéndolas una y otra vez. Se lo enseñó a todos los que estaban reunidos en su casa y a todos les encantó.  Y así fue como Hugo se convirtió en mago por un día.